¿Cuánto gana mi vecino? Contrastes en Rosario
Por Germán Tessmer y Norberto Martín
«Si la sociedad no comparte ni siquiera el significado de las palabras, ¿cómo encontrar terrenos comunes para la argumentación y la razón? El camino a la emocionalidad está abonado».
De la introducción a los Ensayos de Orwell.
¿Tiene alguna idea de cuánto gana usted en relación al resto de la población de Rosario? ¿Se considera como parte de la clase media? Por otra parte, ¿qué es ser un clase media? Hay quienes definen la locura con una metáfora: se da cuando alguien reemplaza la realidad por el mapa. En el caso de los economistas, esto se da cuando confunden profundamente el funcionamiento de su modelo con el funcionamiento de la economía. En los ideólogos, cuando confunden información con retórica; y suponemos que algo similar con el resto de las profesiones.
Pero uno de los oficios que todos tenemos en común después de los 16 años, es la de ser votante; que es como una expresión muy mínima de la ser ciudadano. Y dado que éste es un año impar, tendremos elecciones. Y con ello las campañas, las opciones, la tormenta en las redes sociales y, entre todo esto, la desinformación: causal de divorcio con la argentinidad, y base de confusión en el solemne acto de depositar un papelito en la urna. No es lo que se dice una locura, pero tampoco se puede afirmar lo contrario: indudablemente la desinformación afecta nuestras opiniones, y con ello nuestra capacidad de voto.
El informe que entregamos en esta edición es un tanto atípico por varios motivos. Primero, porque trata de un tema de suma importancia para nuestra región en pleno enero, es decir, cuando prácticamente nadie está dispuesto a leer sobre temas de suma importancia. Segundo, porque el disparador del informe fue un tweet que quisimos corroborar. Y tercero, porque se le exige al lector: los datos no son nada sin una interpretación, y la del Observatorio es solo una más. Lamentablemente, la mayoría de nosotros somos Usain Bolt cuando nos persigue la complejidad.
Para decirlo de una vez, en esta edición nos ocupamos de la distribución del ingreso en la zona de Rosario. En el informe que acompaña a esta nota, no solo se comparan distintos niveles de ingresos entre familias, sino también se muestran otro tipo de características que sirven para explicar cómo las familias podrían superar su situación actual (o no), con cierta independencia del nivel de ingresos. Nos referimos al nivel de educación, de acceso a salud, y a todo un conjunto de indicadores que brindan una visión más global sobre las posibilidades de desarrollo de la zona y, en particular, del progreso de las familias.
El Tweet
A modo de apreciación personal, a inicios de diciembre de 2016 se observaba un clima raro: por casi dos semanas, prácticamente la única discusión económica que se escuchó en los medios de comunicación fue la de la reforma del impuesto a las ganancias o su posible derogación. Por dar un ejemplo típico, como se muestra en el gráfico, en ese período el tipo de cambio con respecto al dólar registro una tendencia alcista, que prácticamente no fue comentado.
Dentro de la discusión por impuesto a las ganancias, hubo un tweet del actual presidente del BCRA, que fue uno de los disparadores del presente informe. El mismo mostraba el impacto de la presión impositiva por tipo de impuesto, y por decil de ingresos. Básicamente, revelaba que la discusión por el impuesto a las ganancias era una que impactaba en los tres deciles de ingresos más altos; al contrario del impuesto inflacionario, que impacta fuertemente en los tres deciles de ingresos más bajos, en contraste con el resto de la población.
Además de la discusión impositiva, otro aspecto que nos llamó la atención, era que el techo de ingresos de toda la muestra, era llamativamente bajo: el sueldo bruto más alto de la Argentina para un trabajador formal rondaba los $86.000.
Por supuesto, la información es de carácter muestral, por tanto, contempla un error estadístico y, aun así, pueden existir casos de sub-declaraciones de ingresos. Sin embargo, nos seguía pareciendo bajo. Y ese dato, si podíamos chequearlo, haciendo uso de la base de datos que provee la Encuesta Permanente de Hogares [EPH]. Pusimos manos a la obra, y elaboramos el informe.
Contrastes: Ingreso Per Cápita Familiar en el AGR
Si bien el informe provee de un análisis más completo y detallado, en la infografía que se muestra a continuación, se observan algunos de los aspectos más destacados en la relación población ingresos, dentro de la clasificación realizada para el Aglomerado Gran Rosario.
Como puede apreciarse, las familias de ingresos más bajos, son también las familias más numerosas. Por ejemplo: el 33.79% de los menores de 10 años del Gran Rosario, se concentran en familias del 10% de los hogares con menores ingresos. Este punto, no es un tema menor. Comúnmente se afirma que la Argentina podría aprovechar los beneficios del denominado bono demográfico: un fenómeno que se da dentro del proceso de transición demográfica en que la población en edad de trabajar es mayor que la dependiente (niños y adultos mayores) y, por tanto, el potencial productivo de la economía es mayor.
Si el rendimiento escolar de los alumnos se explica en gran parte por el nivel educativo alcanzado por los padres, de no quebrarse esta tendencia, las nuevas generaciones que se concentran en las familias de menores ingresos, van a tener menos posibilidades de ascenso social; sobre todo en un contexto mundial de cambio tecnológico, donde los trabajos de carácter rutinario están siendo progresivamente reemplazados por algún tipo de automatización.
Un análisis más detallado, y que incorpora un mayor número de variables, se puede encontrar en la lectura del informe.
El problema de fondo, y cierre
En la introducción de este artículo, se mencionó cierto concepto de realidad. El problema es que no existe tal cosa. O de existir, difícilmente tendríamos certeza de cuando tropezamos con ella. Si tuviéramos acceso a una realidad única y definida, la verdad estaría asociada a ella. Todos los problemas tendrían una solución, y el esfuerzo sencillamente radicaría en alcanzarlos por ese camino.
Lo mejor que la ciencia económica puede dar es la de ofrecer métodos, considerar la evidencia y luego formular una interpretación. Pero así de sencillo como parece que se plantea, es un problema francamente escabroso: ¿podemos afirmar que no hemos emitido un juicio antes de considerar la evidencia? Como afirma un conocido personaje de ficción, puesto de nuevo de moda: “Es un error capital teorizar antes de tener datos. Sin darse cuenta, uno empieza a deformar los hechos para se ajusten a las teorías, en lugar de ajustar las teorías a los hechos”. Pero claro, a diferencia nuestra, Sherlock Holmes es un personaje de ficción.
Una de las formas que tenemos como sociedad de contribuir a la solución parcial de este problema, es la de generar consensos. En un aspecto, las estadísticas públicas son una forma de consenso entre 40 millones de personas (o más). Una especie de contrato a creer o reventar, si no se cuenta con instituciones tranparentes. Si todos creen, las interpretaciones juegan dentro de ciertos límites. Si una gran mayoría no cree, los significados se desbordan.
El informe que acompaña este artículo, muestra que en la zona estamos ante un problema de distribución del ingreso, pero también de capital humano, que es una de las bases del desarrollo del país, de cara al siglo XXI. Entonces, si la sociedad no comparte ni siquiera el significado de las palabras, ¿cómo encontrar terrenos comunes para la argumentación y la razón? El camino a la emocionalidad está abonado: de esa tierra florecerán juicios, pre-juicios, opiniones y votos. Ignorar el problema es una opción, pero difícilmente sea deseable.