¿Cómo es un agerosarino?
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Por Germán Tessmer y Norberto Martin
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Informe sobre Indicadores Sociales | IV Trimestre de 2014
En el día de hoy, nos complace presentar el primer informe de coyuntura sobre indicadores sociales. Al final de este artículo, se ubica el enlace para descargar el documento, el que -al igual que nuestros restantes informes de coyuntura- hemos organizado en cuatro secciones, identificables por los iconos que se muestran aquí abajo.
¿Cómo es un rosarino?
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Rosario es de esas ciudades que se muestra orgullosa de origen. Rara vez un rosarino se define asimismo -o a sus coterráneos- como santafesino. Más aun, la referencia a la provincia parece extraña. Para nuestro sentido común, un rosarino es alguien que rara vez pronuncia todas las eses en una oración, es leproso o canalla, y un montón de estereotipos que nos hemos fabricado para reconocernos. Y así como los estereotipos nos brindan la ventaja de clasificar rápidamente la información que nos llega sin plantearnos grandes dudas sobre su veracidad; esa facilidad a veces se convierte en desventaja cuando actuamos a partir de esa generalización.
En el primer informe sobre indicadores sociales que presentamos, nos encontramos lejos de contestar esa pregunta. Una dificultad, es que se dispone de información de un agregado de localidades y no solamente de la ciudad de Rosario. En efecto, la información que brinda la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), y de la que se nutre este informe, está referida a la población que habita el Aglomerado Gran Rosario (AGR). Según el Censo 2010, la población estimada para el AGR es la que se muestra en la tabla siguiente:
Si bien el porcentaje de población para la ciudad de Rosario es del 76.52%, al cabo de cinco años no podemos afirmar con certeza que esa proporción se mantenga y, sobre todo, no puede afirmarse que las características socio-económicas de las restantes localidades sean similares a las que presenta la población de Rosario, solo que a menor escala. De esta forma, la pregunta inicial nos resulta esquiva. Acorde a la información estadística disponible, la mejor respuesta que podemos dar, es en referencia a la población típica del aglomerado. Vamos a ponerle un nombre, digamosle agerosarinos, y veamos qué características presentan.
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¿Cómo es un agerosarino, entonces?
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En cuestiones de género probablemente sea mujer, sin embargo, y por muy poco también podría haber sido hombre. Tiene entre 25 a 45 años de edad, y aunque no es jefa de hogar, tiene un empleo. Quizás esa sea la principal razón por la cual tenga algún tipo de cobertura médica por obra social. También es probable que la mayor parte de su vida haya transcurrido en la zona, o incluso en la localidad que la vio nacer. De hecho, dentro de la estructura familiar del hogar, cumple el rol de hija.
En lo que respecta a su calidad de vida, medida por el tipo de vivienda y de los servicios de los que dispone, seguramente viva en una casa que se encuentre conectada a la red de agua corriente, a la red de gas natural y a la red de cloacas. Nuestra agerosarina típica, ha cursado sus estudios en instituciones públicas, y pudo completar la escuela secundaria, aunque por muy poco no la termina; y ese es un dato que al resto de los agerosarinos debería preocuparnos.
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¿Qué se observa con respecto al nivel de educación de nuestra población?
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Hay una idea instalada en nuestra sociedad -que además tiene la particularidad de ser también una idea esperanzadora- es que se espera que a mayores niveles de estudio que tenga una persona, mayores van a ser sus ingresos futuros. En las últimas filminas del informe, referidas al nivel de educación de los habitantes del AGR, se hace un llamado de atención sobre algunos puntos que, en la actualidad, se encuentran abiertos a debate.
En nuestro estudio se muestra que hay una clara correlación entre educación y nivel de ingresos. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que esta lectura no implica bajo ningún punto de vista causalidad. En otras palabras, que dos fenómenos se desarrollen en paralelo, no implica que uno sea causa del otro.
Tomando como variables nivel de educación y nivel de ingresos, bien podría estar ocurriendo que exista una tercera causa que explique ambas. Por ejemplo, podría postularse que individuos inteligentes (con todas las dificultades que tienen el uso y la aplicación de este término) logren alcanzar altos niveles de educación, como así también altos niveles de ingresos. Pero también podría utilizarse otra hipótesis para explicar lo mismo: individuos que provienen de hogares ricos, logran mayor nivel de ingresos futuros, por el capital social que implica pertenecer a esa familia, lo cual también facilita que logren terminar sus estudios universitarios.
Al respecto de esto último, existe una amplia literatura que trata de identificar las distintas fuentes que explican el desempeño de los individuos respecto a su educación, que podrían englobarse como bajo el título de economía de la educación. Por fortuna ya existen investigaciones con datos de nuestro país. Por dar un ejemplo, en un estudio basado en las pruebas PISA 2009, por Marchionni, Pinto y Vazquez (2013), los autores argumentan que “la desigualdad en el desempeño (educativo) se explica fundamentalmente por la desigual composición socioeconómica del alumnado entre escuelas”.
En definitiva, el punto que se quiere resaltar es que -como sociedad- aún nos resta mucho que aprender sobre qué factores explican mejores niveles de educación, y que impacto tiene en otras variables esta mejora. Los datos que presentamos en nuestro informe, son solo el primer paso para entender el problema. Desde el Observatorio, esperamos que en trabajos posteriores podamos ir avanzando más allá. Por el momento, los invitamos a leer el Informe sobre Indicadores Sociales del AGR el que, sin dudas, les permitirá tener una mirada general, sobre éste y otros problemas de nuestra región.
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